A diferencia del sexo, que se refiere a los atributos biológicos de hombres y mujeres (características físicas, anatómicas, hormonales, cromosómicas y expresión genética), el género, al igual que la raza, es una construcción sociocultural, multidimensional e históricamente específica que determina la jerarquía y la socialización de niñas, niños, mujeres, hombres y personas de la diversidad sexual.1,2
Comprender la influencia del género sobre la condición de salud de las personas implica distinguir, al menos, cuatro dominios (Figura 1): identidad de género, normas de género, relaciones de género y género institucionalizado.1–3 Estos dominios se expresan en las diferentes visiones sobre el origen de las enfermedades, su naturaleza, y los requerimientos de atención (valoración de la salud, percepción de necesidad, búsqueda de atención).1–3 El género influye no solo en la forma en que las personas trabajan, perciben las enfermedades y las contraen, sino también en cómo buscan, acceden y utilizan los servicios de salud y, lo que es más importante, en la forma en que son tratados por el sistema de salud.4
Figura 1. Dominios para el estudio del género en las investigaciones sociales
Buscando profundizar en el estudio de la influencia del género sobre la salud de la población mexicana, un equipo de investigadores del Centro de Investigación en Sistemas de Salud del Instituto Nacional de Salud Pública y del George Institute for Global Health de Australia desarrollaron el estudio “Impactos económicos y de salud de las enfermedades no transmisibles en mujeres de México”. Esta colaboración académica ha permitido documentar de qué forma la carga de la enfermedad y las consecuencias económicas generadas por las enfermedades no transmisibles (ENT) difieren entre hombres y mujeres en México. En particular, el equipo de investigación cuantificó una parte del impacto económico y de salud atribuible a estas enfermedades y profundizaron en el análisis de las circunstancias que modelan su prevalencia, poniendo énfasis en los roles de género, las creencias, actitudes y estereotipos socialmente construidos que contribuyen a las desigualdades en salud. Algunos de los principales hallazgos de este estudio se resumen en el Cuadro 1.
Cuadro 1. Evidencia sobre las relaciones entre enfermedades no transmisibles (ENT) y género en México, 2005-2022
Las inequidades relacionadas con las enfermedades no transmisibles (ENT) se manifiestan en forma de consecuencias diferenciales para la salud, una exposición variada a factores de riesgo, estratificación social y vulnerabilidad, incluidas las que tienen que ver con el género. Para actuar sobre ellas, son necesarias acciones del sector de la salud y de otros sectores gubernamentales, así como de actores aliados e interesados dentro de la sociedad (comunidades, sector privado, fundaciones, sociedad civil). Esto requiere intervenciones a niveles estructural y político que aborden determinantes sociales fuera del sector de la salud que impactan en el logro de resultados de salud positivos.5,6
Algunos ejemplos de estas acciones pueden incluir, en primer lugar, sensibilizar a la población en una cultura de igualdad y no discriminación, de tal suerte que todas las personas alcancen su máximo potencial de salud, sin distinción de género, condición económica, étnica o de cualquier otro atributo. Se podrían implementar acciones de políticas con perspectiva de género para mejorar las tasas de participación de las mujeres en el mercado laboral. Iniciativas y programas públicos que promuevan la igualdad salarial, así como la creación de un sistema nacional integral de cuidados para hacer más igualitario el trabajo en los hogares, pues actualmente muchas actividades recaen, desproporcionadamente, en las mujeres.7 Estas políticas podrían contribuir positivamente a reducir las brechas de género y a tener una sociedad más equitativa y justa.5–7
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado el desarrollo de marcos nacionales para la prevención y control de las ENT que permitan la coordinación intersectorial desde las etapas iniciales como la planificación, continuando con la implementación, evaluación de intervenciones y promulgación de políticas públicas. Alinear el esfuerzo multisectorial contra las ENT, desde una perspectiva de género, con la agenda de salud y desarrollo en todos los niveles y sectores de la sociedad, ayudará a abordar los desafíos de las ENT.6,8
Líneas de trabajo futuras
En México, es imperativo diseñar e implementar intervenciones específicas con perspectiva de género para la prevención y control de las ENT. Se requiere de estrategias de protección social que reconozcan las múltiples formas de discriminación que viven las personas y que aseguren que los programas y servicios sociales aborden sus necesidades específicas a lo largo de su ciclo de vida. Investigar las diferentes etapas del diseño e implementación de las intervenciones, rescatando los aprendizajes y experiencias de los principales actores involucrados, será fundamental para avanzar hacia una mayor equidad en la respuesta del sistema de salud y la sociedad en su conjunto.
Los coinvestigadores de este proyecto de investigación agradecen el auspicio recibido por la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica, A. C. (AMIIF).
Referencias bibliográficas
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