Año 7, No.4
El concepto de Alfabetización Sanitaria (AS) o
alfabetización en salud, fue introducido a principios de 1970. Desde entonces, la AS ha sido definida por diversos autores e instituciones. Una de las definiciones más completas es la de Kristine Sorensen et al. (1), quienes a partir de una revisión sistemática la describen así: “La alfabetización en salud está vinculada a la alfabetización e implica los conocimientos, motivaciones y competencias para acceder, comprender, valorar y aplicar la información de salud para emitir juicios y tomar decisiones en la vida cotidiana, relacionadas con el cuidado de la salud, la prevención de enfermedades y la promoción de la salud para mantener o mejorar la calidad de vida durante el curso de la misma”(1). La de-
finición de Sorensen et al. (1) fue retomada por la Organización Mundial de la Salud en 2013. Sorensen et al. (1) identifican tres dimensiones y cuatro dominios que se encuentran implícitos dentro de la definición de la AS. Las dimensiones son: 1) el cuidado a la salud, 2) prevención de la enfermedad y 3) promoción de la salud; y los dominios son: 1) acceso u obtención a información relevante en salud, 2) habilidad para comprender información médica, 3) procesar y evaluar información relevante para la salud y 4) aplicar información relevante para la salud (Cuadro 1).
Existen diversos instrumentos para medir la AS, tales como: 1) Cuestionario de alfabetización sanitaria (47 items), 2) Encuesta de salud en formato breve (12 item) y 3) Breve evaluación de la alfabetización sanitaria de adultos de habla hispana (SAHLSA-50), este último se aplica a la población migrante Hispana.
Durante la pandemia del SARS-CoV-2, causante de la enfermedad de COVID-19, diversas
instituciones a nivel mundial realizaron estudios
para medir la AS en distintos grupos poblacionales, entre ellos: la población en general, población en situación de vulnerabilidad (personas adultas mayores, personas en situación de calle, migrantes y refugiados), estudiantes (medio superior y universitarios) y personal de salud. El instrumento más utilizado en estas mediciones fue el Cuestionario de alfabetización sanitaria (2- 9). En México, durante la pandemia, no se realizaron mediciones de la AS en personal de salud.
En general, estos estudios encontraron AS media a baja, incluso en universitarios y personal de salud. Lo anterior es importante, ya que se reportó que con AS baja, se tenía una baja percepción del riesgo de contagio por COVID-19 (7). En trabajadores sanitarios que atendían casos de COVID-19 se reportó que en quienes tenían mayor AS, disminuyó la probabilidad de presentar ansiedad, depresión y
síntomas de trastorno de estrés postraumático (10-11), estos datos son de especial importancia, ya que, debido a su nivel de escolaridad y ocupación, se esperaría que tuvieran niveles altos de AS; sin embargo, esto no ocurre. Lo anterior, podría tener su origen en las instituciones educativas dada la ausencia de contenidos de AS en la malla curricular. Por tanto, existe la necesidad de homologar la enseñanza y el aprendizaje de todos los contenidos en general y en específico los contenidos de la AS para todas las disciplinas de la salud (12-16).
Antes de la pandemia de COVID-19 se había
señalado la importancia de diseñar programas destinados a mejorar las habilidades de comunicación que el personal de salud debe tener para establecer diálogo y brindar información accesible a la población usuaria de los servicios
y, por tanto, fortalecer la AS de la población. Los
profesionales de la salud sin capacitación en AS
pueden crear barreras con la población a consecuencia de una comunicación ineficaz.
Fortalecer y mejorar la AS en la población universitaria de las disciplinas del área de la salud contribuirá para que, en el futuro, cuando se desempeñen como personal de salud, establezcan comunicación en salud adecuada con la población de las comunidades y población usuaria de los servicios de salud y también se mejore la AS de las poblaciones.